Esta tecnología consta de un procesador externo de sonido y un perno de titanio de 3-4 mm que se coloca en el cráneo detrás del oído. Aproximadamente a los tres meses, o a los seis meses en niños, el implante queda integrado al hueso vivo. Este proceso se denomina osteointegración. Una vez que el implante queda osteointegrado, se fija el procesador de sonido al implante que conduce el sonido al oído interno a través de los huesos. De esta forma el sonido viaja hacia el oído interno sin utilizar el canal auditivo ni el oído medio. Algunos audífonos de implante óseo tienen una entrada eléctrica diseñada para conectar equipos externos, como por ejemplo, sistemas FM, sistemas de amplificación por infrarrojos, reproductores MP3, receptores de televisión y teléfonos móviles compatibles.
Usuarios para los audífonos BAHA El sistema de audífonos de implante óseo está indicado principalmente para pacientes con otitis media supurativa crónica, una infección crónica del oído medio que puede producir perforaciones de tímpano frecuentes. No obstante, el implante puede usarse también para tratar la pérdida de audición mixta y a veces la pérdida de audición neurosensorial unilateral. Antes de proceder a la implantación de este audífono, se llevan a cabo pruebas durante las cuales el paciente se somete a un test rod donde tiene que morder una varilla unida a un procesador de sonido BAHA, que simula como será la percepción del sonido tras la cirugía. Si puede oír el sonido claramente de ese modo, es muy probable que el audífono osteointegrado sea adecuado para el paciente.
Los audífonos de implante óseo pueden ser difíciles de colocar en niños pequeños, aunque algunos audífonos están autorizados para uso pediátrico. |